El árbol de la macadamia fue descubierto e identificado en australia a
mediados del siglo XIX. Entre las diez especies de macadamia que se
conocen, solo esta tiene importancia alimentaria, por la calidad y
propiedades de las semillas de sus frutos de nuez.
La dura y gruesa corteza de la macadamia encierra una semilla
blanquecina muy rica en aceite, algo mas grande que la avellana.
Las semillas de los frutos de la macadamia, también llamada nueces
de macadamia, contienen hasta un 73.7% de grasa. Sus proteínas
son bastantes completas, aunque pobres en metionina. Son uno de
los frutos secos oleaginosos más ricos en grasa.
Las nueces de macadamia son también una buena fuente de calcio,
fosforo, hierro, vitamina B1 y B2 y niacina. Ademas proporcionan
flavonoides polifenolicos de acción antioxidantes, que alivian la
arteriosclerosis.
El aceite que se extrae de la nuez de macadamia es similar en su
composición al de oliva. Esta formado por un 58.2% de acidos
grasos monoinsaturados, y se halla libre de ácidos grasos "trans",
que según investigaciones, tienen un efecto negativo para el
corazón. Este aceite resulta muy apropiado para freír por su gran
estabilidad al calor y por su elevado punto de evaporación.
Las características de las grasas que forman la nuez de macadamia,
hacen de ella, tanto como de su aceite, un alimento amigo del
corazón, que disminuye el colesterol y facilita la circulación de la
sangre por las arterias coronarias.
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